martes, 23 de septiembre de 2008

Extracto de On The Road



Entonces inciaron su tarea. Se sentaron en la cama con las piernas cruzadas mirándose directamete uno al otro. Yo me repantigué en una silla cerca de ellos y contemplé todo aquello. Empezaron con un pensamiento abstracto, lo discutieron; se recordaron mutuamente otro punto olvidado en el flujo de acontecimientos; Dean se excusó pero prometió volver a él y desarrollarlo con ciudado y ofrecer ilustraciones.

-Y precisamente cuando cruzábamos Wazee -dijo Carlo- quería hablarte de tu pasión por las carreras de coches y fue justo entonces, recuédalo, cuando me señalaste quel viejo vagabundo con unos pantalones muy grandes y dijiste que se parecía a tu padre.
-Sí, sí, claro que lo recuerdo; y no sólo eso, sino que por mi parte inicié una sucesión de pensamientos, algo que era auténticamente salvaje y tenía que contarte, lo había olvidado y ahora acabas de recordármelo... -Surgieron así dos nuevos puntos. Los desmenuzaron. Luego Carlo preguntó a Dean si era honrado y concretamente si estaba siendo honrado con él en el fondo de su alma.

-¿Por qué sacas a relucir eso otra vez?
-Hay una última cosa que quiero saber...
-Pero, sal, querido Sal, está escuchando, sentado ahí. Se lo preguntaremos a él. ¿Qué piensas tú de eso?
-Esa última cosa -dije- es la que no puedes alcanzar, Carlo. Nadie puede alcanzar esa última cosa. Vivimos con la esperanza de atraparla de una vez por todas.
-No, no, no, tú estás diciendo tonterías, pura mierda de primera calidad, estupideces románticas de Wolfe -dijo Carlo.
-Yo no quería decir nada de eso -dijo Dean-, pero dejemos que Sal piense lo que quiera, y de hecho, ¿no crees tú, Carlo, que hay cierta dignidad en el modo en que está sentado ahí, observándonos? Es un loco que ha atravesado el país... No, Sal no lo dirá, el viejo Sal no lo dirá.
-Es que no hay nada que decir- protesté yo-. No entiendo adónde quieren ir o qué intentan conseguir. Sé que resulta excesivo para cualquiera.
-Todo lo que dices es negativo.
-Entonces, ¿qué estás intentando conseguir?
-Díselo.
-No, díselo tú.
-No hay nada que decir -añadí, y me reí. Cogí el sombrero de Carlo. Me lo heché sobre los ojos -. Quiero dormir -dije-.
-Pobre Sal, siempre quiere dormir. -No respondí y ellos reanudaron su conversación.

...

-No, no, no, yo no quise decir eso.. y ahora piensa atentamente si quieres, amigo mío, en la noche en que marylou lloraba en la habitación, y cuando volví hacia ti y te indiqué con una sinceridad extraañadida al tono que los dos sabíamos que ella fingia, pero tenía cierta intención, es decir, por medio de mi interpretación mostré que... Pero espera un momento, no era eso.
-¡Claro que no es eso! Porque te olvidas de que... Pero no te acuso. Sí, eso fue lo que dije...
Y así siguieron toda la noche. Al amanecer me desperté y estaban intentando resolver el últmo de los problemas de la mañana.

-Cuando te dije que tenía que dormir por culpa de Marylou, es decir, porque tenía que verla esta mañana a las diez, no utilicé un tono perentorio con la relación a lo que acabas de decir tú sobre lo inecesario que era dormir, sino sólo, sólo, tenlo en cuenta, debido a que de un modo absoluto, simple, elemental y sin condición alguna, necesito dormir ahora, quiero decir, tío, que los ojos se me están cerrando, que los tengo rojos, y que me pican, y estoy cansado, y que no puedo más...

-¡Pobre chico! -dijo Carlo.
-Tenemos que dormir ahora mismo. Vamos a parar la máquina.
-¡La máquina no se puede parar! -grito Carlo a viva voz. Cantaban los primero pájaros.
-en cuanto levante la mano -dijo Dean-, dejaremos de hablar y nos iremos a dormir.
-No se puede para la máquina así.
-¡Alto a esa máquina! -dije, y ellos me miraron.
-Has estado despierto todo el tiempo escuchándonos. ¿En qué pensabas, Sal?

Les dije que pensaba que eran unos maniáticos increíbles y que me había pasado la noche entera escuchándoles como si fuera un hombre que observa el mecanismo de un reloj más alto que el Paso de Berthaud y, sin embargo, está hecho con las piezas más pequeñas, como el reloj más delicado del mundo. Sonrieron y, señalándolos con el dedo, dije:

-Si quieren seguir así, se van a volver locos, pero entretanto, no dejen de mantenerme informado de lo que pase.

Salí y cogí un tranvía hasta mi apartamento, y las montañas de papel maché de Carlo se alzaban rojas mientras salía el enorme sol por la parte de las llanuras.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Esto sigue vacío



Pero hoy por hoy las cosas se mueven y empiezan de a poco a prometer algunas cosas. pequeñas cosas, pero no por eso menos significativas. Pasos cortos pero en la dirección correcta. Hay una sensación de avance y un aire a gratificación en cada primer respiro de aire al salir a la calle en la mañana. También un acostarse tranquilo y por fin ese descanso de la conciencia de que finalmente algo está pasando y es bueno. Descanso al menos en cuanto a eso, porque en lo que se refiere a seguir trabajando, a seguir creando, a seguir las pistas y a seguir creyendo -que al final es lo más difícil- no hay planes de detenerse.

Esta imagen es de casi dos años a trás, y corresponde a un momento de incertidumbre, cuando muchas cosas pasaban en ese entonces y todas prometían vagamente el peso significativo que más tarde tendrían. Alonso la tomó durante una de las tantas visitas que le haría ese año en santiago. Se estaban gestando proyectos importantes, para él y para mí. Afortundamente todo salió bien.