miércoles, 28 de febrero de 2007

Warhol vacío



1966

PREGUNTA: Lo noto nervioso. No tema.

WARHOL: Bueno, no. No es eso. Es sólo que no puedo, ummmmmm. Estoy resfriado. Y no, uh, puedo, uh, pensar en nada. Sería tan agradable si usted me dijera las respuestas para que yo las repita después de las preguntas. Eso sería lo mejor; porque yo siempre estoy tan vacío que no tengo nada que decir. Siempre he sentido que mis palabras surgen de alguna parte a mis espaldas y no de adentro mío. No quiero acercarme mucho a nada o a nadie. No me gusta tocar las cosas. Por eso mi obra está tan distante de mí mismo. Preferiría ser un misterio. Ser una superficie. Porque así veo yo las cosas. Sólo su superficie... ¡Danny, me parece que algo se está quemando! ¡Danny, lo digo en serio! Ah... hola, Paul.

O Warhol repetía las preguntas para que así, con su voz baja y metálica, el periodista fuera plenamente consciente de la estupidez que acababa de emitir. En los ‘60, Bob Dylan también hizo cosas parecidas. Y en los ‘80, el tono de Warhol es fácilmente detectable en las letras de David Byrne para The Talking Heads o en el humor psico-infantiloide de Pee-Wee.

Rodrigo Fresán

No hay comentarios.: