sábado, 25 de octubre de 2008

Rumble Fish



Esta película de Coppola me recuerda el boom que tuvo el director con las películas de temática adolescente interpretadas por actores jóvenes que una década más tarde llegarían a ser importantes estrellas de la industria del cine. Así lo había hecho antes en Outsiders, donde usó a casi los mismos actores que en Rumble Fish. Lo que me agrada de esta película es que está bañada completamente de un olor literario; filmada en un exquisito blanco y negro (salvo algunas tomas a color de unos peces gladiadores), todas las tomas están hechas con encuadres muy pensados y con una riqueza compositiva digna de la nouvelle vague francesa. El ritmo fílmico es siempre igual, no cansa en ningún momento y tiene muchos momentos en que realmente sorprende por los vuelcos narrativos que tiene en el uso de los recursos fílmicos. Da la impresión de que, al igual que en el jazz, tiene pequeños espacios de respiración, que evidencian cierto espíritu de improvisación en su hechura, pero que después, al verlo en su totalidad y conjunto, sólo se puede salir satisfecho de ver un trabajo de bajo presupuesto, con actuaciones fuertes (que no significa exageradas), que entrega un ambiente noir, una sensación de avat-garde integral y que denota claramente un espíritu por el cine y su fuerza narrativa. Todo el rato mientras se mira la película pareciera ser que uno estuviera leyendo el libro en la que ella se basa. Esas tomas de los callejones oscuros, húmedos, sombras de gatos, las altas temperaturas del día y sus cálidos vientos nocturnos (todos los personajes están con un sudor permanente), nubes pasando a alta velocidad por el cielo, todos ellos son elementos visuales que arman ladrillo a ladrillo una fotografía completa de la historía que pareciera encajar perfectamente con las imágenes mental es que uno podría hacerse a medida que lee.

El personaje de Matt Dillon, Rusty-James que recuerda un poco a Brando en Un Tranvía Llamado Deseo, vive el mundo de las pandillas y de las peleas, pero también vive el mundo bajo la sombra de su hermano ausente, El Chico de la Moto. En unas de las mejores actuaciones de Mickey Rourke, si no la única, The Motorcycle Boy es a su vez el hermano mayor, que emite una ola de desencanto en cada palabra que murmura, una intrigante sabiduría y una permanente laid-back attitude; es el hijo pródigo que vuelve a rescatar a su hermano siempre en problemas. A intervalos, vemos al padre de ambos, un Denis Hopper alcohólico y solitario que reconce en el chico de la moto a su favorito y en Rusty-James al segundo.

Los peces gladiadores, según se explica en la película, no pueden estar juntos en un acuario o su instinto los obliga a matarse, por ese motivo deben estar separados por un vidrio. El chico de la moto se pregunta si ocurrirá lo mismo en el océano, donde cada uno puede escoger el camino que quiera. Lo más fácil a la hora de interpretar el mensaje de esta película es hacer una analogía entre la historia de los peces y los hermanos. La decisión de Rusty-James de seguir el río hasta llegar al mar es decidora.


1 comentario:

José Nova dijo...

Es que Coppola... es Coppola. No hay mucho más que decir.

Hay que poner atención a Mickey Rourke. Su carrera está tomando vuelo nuevamente con "The Wrestler".

Saludos.