jueves, 29 de enero de 2009

Pequeñas conversaciones de música


Ñam.


Este último tiempo y gracias a Felipe, he tenido algunas inquietantes micro conversaciones sobre música cuando se han dado esos momentos psíquicos comunes, en donde la calma parece por fin apoderarse de la mente y el cuerpo está en uno de sus momentos más relajados del día. Aunque no me considero un melómano erudito, debido a mi tendencia pegatina de sentirme adherido a ciertos discos o bandas por años y años impidiéndome el descubrir natural de otros sonidos e intérpretes; sí debo confesar que me gustaría digerir música, y desayunarme discos todos los días como el amigo Brian Wilson acá arriba.

Más allá de las fechas y los años en que se grabó un disco o fuiste a un concierto, hablar con alguien de lo que te pasa cuando escuchas una banda o una canción y simplemente coincidir en que la pista X del disco Y de la banda Z es simplemente una de las de tu vida, es un acto de intimidad pública, por llamarlo de una manera; es una confesión pública de tus gustos que inevitablemente están atados a momentos de tu vida. Ese tipo de declaraciones no son ligeras, no equivale a decir "sí, esa fiesta fue genial y yo estuve ahí", porque una canción o una banda es un objeto perceptual y sensual trascendente, de alguna manera responde a tu ideal, un ideal no-tangible, un ideal emocional y espiritual, es encontrar la nota, la voz, el sonido perfecto que parece hecho para ti, como quien encuentra el lugar perfecto para vivir.

Que el sonido de un disco o la letra y música de una canción -al menos para mí, el aprecio de una cosa no puede venir separada de la otra- coincida contigo, es en forma última, una declaración de principios, un modelo valórico que se adopta al instante y se confirma en cada compás. También es un mensaje que te está diciendo todo el rato "sí, tienes razón: You are the man). De ahí el afiche de la banda, la polera para algunos, la chapita para otros: es la manera de decirle al mundo, que esa banda te apoya, "piensa como tú", coincide contigo. Por ahora, cuando es pleno verano y el sol quema sin arrugarse, no queda más que salir a la calle con el mp3 y sentir como ciertas notas tienen la forma de una refrescante brisa marina.


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