lunes, 31 de enero de 2011

Ah, Melody

Melody Nelson. Unos de los tantos y desaparecidos álbumes conceptuales que han salido en la historia de la música rock/pop. Una historia que ha encantado a generaciones; la relación entre un hombre mayor y una mujer menor. Una situación que ha inspirado fotografía, cine y literatura, sin contar la influencia que ha tenido el disco en otros músicos. Quizás porque contiene implícito lo prohibido -en el puritanismo del pasado-; el choque de experiencias, la colisión entre dos mundos: Por una parte la nostalgia de vivir la juventud, por el otro, el ansia de experimentar y ganar experiencia. Como sea, es y ha sido un tema recurrente en la expresión humana. Este disco de Serge Gainsbourg, quizás uno de los autores que más ha experimentado en estilos musicales en su carrera, deslumbra por su riqueza en recuersos literarios, por el canto a dueto (con su novia de la época Jane Birkin), y lo que parece una serie de melodías que parecen hechas sin tanto esfuerzo, tal vez por esa voz grave y pensativa de Serge que en realidad, parece ser lo que guiara la música, cómo si esta fuera un mero acompañamiento a sus pensamientos o a las conversaciones con Melody, la niña que le quita el sueño. Ya no parece haber ese talento que es capaz de entregarnos un disco conceptual, atrás quedaron esos imprescindibles que siguieron la línea de ese mismo género desde los 60s. Quadrophenia de The Who, Ziggy Stardust and The Spiders from Mars de David Bowie, The Wall de Pink Floyd, Berlin de Lou Reed, The Kinks y tantos otros. Adieu, adieu, qualité...








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